miércoles, 28 de octubre de 2009

Acerca de la libertad

Hace tiempo que quería escribir este post, pero era algo así como este blog, siempre lo posponía para más adelante.

Hace años, aunque parezca muy lejano, antes incluso de que se popularizara el uso de los móviles, cuando alguien quería tener teléfono en casa, llamaba a la CTNE (Compañía Telefónica Nacional de España), y cuando les parecía, venían a tu casa, ponían una conexión, y te dejaban un teléfono en alquiler.

Cuando se liberalizó el mercado de las telecomunicaciones aparecieron los llamados operadores, que eran compañías que ofrecían unos servicios similares, cuando no idénticos, pero eran otras empresas, de modo que tuvimos libertad para elegir.

Las ventajas fueron visibles desde casi el principio, podías cambiar de compañía si te ofrecía mejores precios, aunque hubo quien se cambió sólo por ser diferente.

Hace poco está ocurriendo algo parecido con los servicios eléctricos, e incluso en algunas zonas ocurre algo parecido con los transportes ferroviarios.

Y también ocurrió lo mismo con las compañías aéreas.

Todo ello nos parece de lo más normal hoy en día, porque se refiere a cosas que manejamos, que entendemos bastante bien, y que muy posiblemente dominamos, como son desplazarse, hablar por teléfono, tener conexión a internet, o simplemente pagar un dinero por un servicio.

Entonces, si todo está tan claro, ¿por qué no ocurre lo mismo con los programas que ejecutamos en nuestros ordenadores?. ¿Acaso no hay posibilidad de elegir?

Desde hace un tiempo estoy empezando a pensar que realmente no es porque los que sí lo hacemos seamos gente rara, sino porque en general aunque son cosas que manejamos de forma cotidiana, no entendemos, ni por supuesto no dominamos, sobre todo porque hay formas de no tener que pagar por usar algo de pago.